Te andabas y venías, bailabas y pasabas, los vidrios se empañaban y la cosa era cosa y poco más.
Pero el tiempo barre, el polvo corre, el aire estanca. Sucede que la cosa tenía vida. Ese sentir tan pastel como adolescente, tan jovial como arrancador, empezó a desplegar una a una, sus mañas. Trituró la parte burra de los besos, lo vagabundo de la ocasión.
Me empujó contra el cielo y me hizo sentir el sabor sin degustar más que ansiedad y miedo.
Y de andar las rosas sin muecas ni espinas, me tengo blando, sin preguntas, sin mis trucos sin el valor que realmente importa.
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