Me desperté y todo era sábanas y paredes abiertas, lejanas, inaudibles. Cuando la soledad no es un modo elegido, cualquier cama es más inmensa y todo silencio sangra los gritos de la rajada humedad interna.
La primer estrella en nuestro día, muestra tu reflejo a pesar del techo, y lo que anda viniendo me esconde las velas que varios ayeres soplan.
La desarticulación se vuelve estado natural a veces, y me divorcia de la naturaleza contextual donde tan acostumbrado estaba a desvanecerme.
En verdad, ni me acordé de mi hora. Todo, hoy, fueron dos minutos. Esos dos minutos entre vos y yo. Los que nos separan como París y nos acercan como el vuelo. Los que nos definen por contornos y nos abrazan como el hueco. Los que nos distancian como el ángel y nos comparten como el cielo.
Feliz cumple,
Iván.
En verdad, ni me acordé de mi hora. Todo, hoy, fueron dos minutos. Esos dos minutos entre vos y yo. Los que nos separan como París y nos acercan como el vuelo. Los que nos definen por contornos y nos abrazan como el hueco. Los que nos distancian como el ángel y nos comparten como el cielo.
Feliz cumple,
Iván.
Escrito el día 3 de Octubre de 2012
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