Posponer y desentenderse de los caminos que alinean carne y esencia. Volver al rito sin morir al fuego. Amar la noche, sin sentir el frío. Tener un alma, sin caerse al cielo.
Aparece el elemento. Cada sonido deja una huella, un signo se graba en la memoria de materia abstracta y estructura la conexión de la percepción con el elemento a cada vez. Las huellas psíquicas, genuinas, puras, tejen una red unipersonal y dialéctica entre sí que condiciona cada paso dado en el tiempo, coloreado por la ley fundamental y esencial de cada uno de nosotros. La interpretación más libre del universo. La versión más virgen de la esencia humana.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario